
Ni el Chepo, ni Justino Compeán, ni Decio de María, mucho menos los medios de comunicación, tienen que subirse a este barco, porque ahí dentro tienen que estar solamente los que consiguieron la gesta de superar sus propios miedos, de alejar a sus fantasmas sobre la marcha, para sufrir una metamorfosis que hoy los tiene con el oro colgado al cuello.
Es verdad que, en lo general, el torneo panamericano de futbol fue de un nivel bajo, las grandes potencias como Argentina y Brasil desdeñaron su participación en Guadalajara y eso terminó por abrirle una gran vía al equipo de Luis Fernando Tena.
También es cierto que México cumplió con su obligación, que cualquier el oro era imperioso, que no se iba a permitir otro resultado y que, al final, simplemente se cumplió con el trámite.
Esta selección para nada es la mejor en los últimos años, está muy lejana de esos estándares, pero su mérito fue sacar el tesón para sobreponerse a la presión y terminar cumpliendo con el objetivo planteado desde un principio.
El partido fue como se esperaba, de dominio alterno, pero con una Argentina, ya se dijo, irreconocible, que por momentos hizo creer que era Uruguay quien jugaba en la cancha. Pero México, sin orden estricto, pero si insistente, no dejó de buscar el arco.
Y fue hasta el minuto 75, cuando los extras ya se asomaban, cuando Jerónimo Amione entró al área tras ser habilitado con un filtrado exacto para resolver sobre la salida del guardameta Andrada. Justa recompensa para el del Atlante, el más incisivo durante todo el torneo del equipo mexicano y, junto con Oribe Peralta, los mejores del Tri.
México cumplió. Lo deben de festejar mucho tras tantos meses de sufrimiento. El hijo no querido de la FMF se reveló. Es campeón panamericano.
Fuente LaAficion
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